¿Cuándo aplicar frío o calor? Esta es una duda frecuente y en muchas ocasiones no sabemos qué hacer cuando nos damos un golpe o sufrimos un dolor intenso. Las lesiones musculares o articulares son habituales en las personas que practican deporte o padecen ciertas enfermedades. Ante estas situaciones lo habitual es intentar calmar el dolor con medicamentos. Sin embargo, existen medidas no farmacológicas que pueden ayudar a aliviar los síntomas. De hecho, el frío y el calor calman el dolor y son una de las principales medidas no farmacológicas para aliviarlo. Para aclarar en qué ocasiones conviene aplicar cada uno de ellos, hemos escrito este artículo.
Índice
¿Cuáles son los efectos del frío?
El frío ayuda a disminuir la inflamación y aliviar el dolor gracias a su capacidad antiinflamatoria. Por tanto, se recomienda para reducir la inflamación causado por un traumatismo, en personas que sufran una cefalea o para prevenir que aparezcan hematomas después de un golpe.
¿Cómo se debe aplicar el frío?
Se debe aplicar de forma húmeda, con compresas, o en seco, mediante una bolsa de hielo. De todas maneras, es recomendable ver cómo está la piel antes de aplicar el hielo y, si decidimos usar frío seco, nunca hacerlo directamente sobre la piel, usar siempre algo que lo recubra.
El modo de aplicación tiene que ser en periodos alternos de entre 15 y 20 minutos durante alrededor de dos horas. Una vez que se haya aplicado el frío, se recomienda secar la piel adecuadamente, sin frotar.
¿Cuándo se usa el frío?
El frío lo debemos usar para reducir la inflamación debido a un traumatismo, en caso de sufrir dolor de cabeza o para prevenir la aparición de hematomas. Se puede aplicar de forma húmeda, con compresas o en seco, a través de bolsas de hielo.
El frío contribuye a disminuir la inflamación y a calmar el dolor gracias a su capacidad antiinflamatoria. Además se aconseja que cuando se haya acabado de administrar el frío hay que secar la piel. Además, aconseja no administrar frío a personas con problemas de circulación y sobre heridas que no están curadas.
Contraindicaciones de utilizar el frío
Debemos tener especial cuidado en no aplicar el frío en personas que tengan problemas de circulación, ya que estos se pueden agravar. Tampoco utilizarlo sobre heridas en proceso de cura.
Una aplicación incorrecta tanto de frío como de calor puede hacer que una lesión empeore. La termoterapia, por ejemplo, puede empeorar una inflamación y el hielo puede agravar un problema de contractura o rigidez muscular.
¿Cuáles son los efectos del calor?
El calor se usa para aliviar el dolor y los espasmos musculares. Se recomienda utilizarlo para tratar el dolor de las inflamaciones no traumáticas de las articulaciones y, además, acelera el drenaje de procesos infecciosos y de abscesos, y relaja la musculatura contraída.
¿Cómo se debe aplicar el calor?
Como para con el frío, también se puede aplicar de manera húmeda (con compresas o a través de un baño) o de forma seca (con bolsas de agua caliente o los clásicos sacos de semillas).
Como en el caso del frío, el modo de administración es durante periodos alternos de entre 15 y 20 minutos a lo largo de unas dos horas.
Contraindicaciones de utilizar el calor
No está recomendado utilizar el calor en cualquier herida que sangre durante las primeras 24 horas tras producirse, porque esto puede aumentar el flujo sanguíneo y favorecer el sangrado. También en prominencias óseas porque son zonas de sensibilidad reducida y podría provocar la formación de lesiones cutáneas.
¿Cuándo se usa el calor?
Administrar calor es muy recomendable para tratar el dolor de las inflamaciones no traumáticas de las articulaciones, además, acelera el drenaje de procesos infecciosos y relaja la musculatura contraída. El calor alivia el dolor y los espasmos musculares. Se puede administrar de forma húmeda, con compresas o paños, o de forma seca, con bolsas de agua o los clásicos sacos de semillas.
No se recomienda utilizar el calor en heridas que sangran durante las primeras 24 horas porque aumenta el flujo sanguíneo y favorece el sangrado. Tampoco en prominencias óseas, ya que, son zonas de sensibilidad reducida y favorece la aparición de lesiones cutáneas.
Por último, ambas señalan que en caso de dolor intenso, tanto el frío como el calor son métodos que se pueden utilizar de forma complementaria a una terapia farmacológica pautada por un especialista.
Tanto el frío como le calor pueden ser de gran ayuda ante una lesión y pueden contribuir a una correcta recuperación, aunque debemos tener en cuenta que, su correcta aplicación es clave para contribuir a esta mejora y no empeorar la situación.