Una distensión inguinal es un desgarro parcial de las fibras pequeñas de los músculos aductores que se encuentran situados en el lado interno del muslo. Puede ser leve o grave, pero con reposo y el tratamiento adecuado suele curarse por completo. Veamos más sobre esta distensión de ligamentos.
Índice
Qué es la distensión inguinal
Una distensión inguinal es la consecuencia de un alargamiento o elongación en alguna de las estructuras (tendones y ligamentos) de los músculos de la pelvis, incluidos los músculos de la parte inferior del abdomen o del muslo. Suele afectar a la zona en la que se unen el músculo y el tendón. Se puede convertir en un problema crónico si los músculos o su unión al hueso se debilitan. El término crónico hace referencia a la duración del problema, no a la seriedad del trastorno.
Causas
La distensión inguinal sucede cuando uno de los músculos de la parte interna del muslo se estira, se lesiona o se desgarra. Estos músculos son 5 y reciben los siguientes nombres: pectíneo, aductor menor y aductor mediano —van desde la pelvis al fémur— y gracilis y aductor mayor —van desde la pelvis a la rodilla—.
las causas más comunes por las que puede producirse este evento. Entre ellas encontramos las siguientes:
- Practicar deportes que requieren correr a gran velocidad durante breves periodos de tiempo o que exigen cambios bruscos de dirección.
- Músculos agarrotados, sobre todo si no se ha hecho el calentamiento necesario antes de realizar un ejercicio exigente.
- Escasa preparación física o cansancio a la hora de realizar una actividad que requiere mucha demanda muscular.
- Retomar la actividad demasiado pronto después de una lesión previa.
Síntomas
El principal síntoma de la distensión inguinal es un repentino y agudo dolor en la ingle, que luego se convierte en un dolor sordo. También puede haber hinchazón y sensibilidad en la zona.
Existen 3 grados de distensión inguinal. Como veremos a continuación, cada uno de ellos presenta su sintomatología propia:
- Primer grado: dolor leve que que tal vez pasa desapercibido hasta que el paciente termine de hacer ejercicio físico. Una vez finalizada la actividad, el deportista siente agarrotamiento y sensibilidad local.
- Segundo grado: agarrotamiento y dolor moderado en la ingle, junto con un hematoma e hinchazón de escasa importancia. El andar puede verse afectado y correr resulta un poco difícil.
- Tercer grado: dolor intenso, hinchazón, hematoma e incapacidad para cruzar las piernas. Caminar resulta muy difícil.
Tratamiento
Deberemos recibir tratamiento de un profesional de la medicina deportiva, como un médico de medicina deportiva o un fisioterapeuta. Un tratamiento temprano puede ayudar a evitar complicaciones o una distensión crónica.
Inicialmente, deberemos reposar y luego reintroducir el movimiento para no perder demasiada fuerza muscular. El médico deportivo determinará exactamente qué músculos están dañados y el alcance del daño y estimará cuánto nos costará recuperarse. No deberemos reanudar la actividad física hasta que el desgarro haya cicatrizado y podamos mover la cadera completamente sin ningún dolor.
Es posible que también nos enseñen ejercicios preventivos diseñados para aumentar la capacidad de movimiento del músculo y para fortalecerlo. También pueden resultar necesarias otras técnicas médicas, como los ultrasonidos, los masajes e incluso las inyecciones.