La articulación de la cadera suele ser una de las que más problemas y dolor puede causar en los pacientes. De los tratamientos más efectivos que se pueden usar están las infiltraciones de cadera. En nuestra clínica de Granada tenemos traumatólogos especialistas en esta técnica.
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La articulación de la cadera
La cadera es la articulación donde se une el hueso de la pelvis con el fémur. Se trata de una de las articulaciones mayores del cuerpo y que tiene que soportar gran parte del peso de nuestro cuerpo, nos permite poder agacharnos, andar, sentarnos o poder girar sobre nosotros mismos.
Al verse sometida a todo esto, y debido al número de movimientos y estrés diarios, las personas corren el riesgo de sufrir muchas lesiones como la osteoartritis. La osteoartritis es provocado por el deterioro del cartílago de la articulación. Es el tipo de artritis más común en la mayoría de los países, y cada año, es una de las causas más frecuentes de muerte para muchas personas mayores de 65 años.
¿Qué son las infiltraciones de cadera?
La infiltración en la cadera es una técnica médica para tratar el dolor que se produce causado por alguna lesión o patología previa. Requiere de un traumatólogo especialista en el dominio de esta técnica para realizarlo.
La infiltración de la cadera empezará con el traumatólogo limpiando la zona donde se insertará la cánula. Es posible que se aplique algún anestésico local para adormecer la zona. Si la articulación de la cadera estuviese inflamada, el traumatólogo usará una aguja para extraer el exceso de líquido. A continuación, usará otra aguja para inyectar medicamentos antiinflamatorios en la articulación. Para poder aumentar la precisión y localizar mejor donde se aplica el medicamento, se usa una cámara de vídeo digital en tiempo real para ver el sitio exacto donde debe ir el medicamento. Esta es la llamada tecnología guiada de imagen fluoroscopica. Esta técnica puede ser usada de la misma manera para los dolores articulares en la rodilla, codo, hombro, tobillo, etc.
Lesiones que se tratan con infiltraciones de cadera
El número de lesiones de cadera que pueden provocar dolor, y pueden ser tratadas mediante infiltraciones, son muy variadas. A continuación, vamos a ver las más frecuentes en nuestra consulta:
- Artrosis. Es un proceso inflamatorio y degenerativo que suele afectar a toda la articulación de la cadera
- Artritis. Es un proceso inflamatorio que afectar a una articulación. En ocasiones está originada por procesos infecciosos
- Bursitis. La bursa es un saco cerrado lleno de líquido que nos ayuda a amortiguar entre tejidos y reducir el trauma en el interior de la cadera.
- Tendinopatías. Se pueden dar de tres tipos: tendinitis trocanterica, tendinitis de los abductores y tendinitis del psoas.
- Cáncer. Muchos tipos de tumores malignos hacen metástasis a la cabeza del fémur causando dolor de cadera.
- Osteoporosis. Causa que se debiliten los huesos y se rompan más fácilmente.
- Fracturas. La mayoría de las fracturas de cadera, en realidad son de fémur que afectan a la extremidad superior del hueso y no tocan a la articulación.
- Dislocaciones.
- Distensiones ligamentosas.
Complicaciones de la infiltración de cadera
Las complicaciones de las infiltraciones son las propias de cualquier otra inyección de corticoides, combinadas con las derivadas del anestésico local.
La más grave que se puede presentar es una reacción anafiláctica (reacción alérgica brusca y muy grave), por suerte, se da con bastante poca frecuencia. A nivel local, la complicación más preocupantes es la infección, que suele darse durante las primeras 24 o 48 horas.
Existe también otro riesgo importante con los pacientes de edad avanzada, y por supuesto, con los inmunodeprimidos. La infección local se resuelve, normalmente, de manera rápida con antibióticos.
Son menos habituales y graves: la reacción granulomatosa (inflamación crónica), la atrofia cutánea y del tejido subcutáneo (que desaparece en unos meses), y que se presenta sobre todo en inyecciones muy frecuentes.
Resultados de la infiltración en la cadera
Tras la infiltración se debe mantener un reposo relativo de entre 24 y 48 horas, así como seguir una pauta corta de tratamiento con antiinflamtorios. Aquellos pacientes que no han mostrado mejoría o una mejoría parcial, se pueden beneficiar de una segunda infiltración.
De manera general, podemos decir que no se deben hacer más de 3 o 4 infiltraciones al año a un mismo paciente. Los pacientes que no mejoran son los que se tendrían que estudiar con otras pruebas complementarias a fin de resolver el problema de base.
Si aún así, los síntomas no desaparecen e impiden al paciente llevar una vida normal, se podría plantear un tratamiento quirúrgico, que dispone de una amplia variedad de técnicas, desde las menos invasivas a otras un poco más agresivas. En general, todas dan buenos resultados.
Si aún ha quedado alguna duda sobre esta técnica puede ponerse en contacto con nosotros o visitar alguno de nuestros artículos relacionados de infiltraciones de codo para la epicondilitis. Y recuerda que estamos aquí para mejorar tu salud.