La fractura del metatarso es una de las lesiones de pie más habituales que afecta a los huesos. Esta lesión, suele suceder entre los 20 y los 50 años, estando muy relacionada con la actividad física, especialmente en el fútbol y atletismo.
Índice
Estructura del pie
El pie está compuesto por cinco metatarsianos. Los metatarsianos del pie son los huesos que unen los dedos de con los huesos centrales. El primer metatarsiano es el encargado de unir el dedo grande del pie o Hallux y así sucesivamente.
El primer metatarsiano es el más importante y cuando se rompe, suele necesidad de cirugía. Las fracturas de los metatarsianos medios (segundo, tercero y cuarto) no suele necesitar de una intervención quirúrgica, a no ser que se produzca un desplazamiento significativo.
Cada metatarsiano se divide diferentes zonas (cabeza, cuello, diáfisis y base). Las lesiones de los metatarsianos pueden ser leves, ya sea por torsión o caídas, lesiones por traumatismo por un golpe o lesiones más graves como en accidentes de coche. El tratamiento de cada fractura va a depender de la ubicación del hueso.
Qué hacer con la rotura del metatarso
Para su abordaje, lo primero que hay que hacer es localizar exactamente dónde está la lesión. Hay que saber si ha sido en el primero, segundo, tercero, cuarto o quinto y en qué parte de estos está. Esto es importante porque cada una de estas fracturas se producen de una forma diferente.
Por ejemplo, en la zona metafisaria, también llamada como fractura de estrés, está producida por microtrauamtismos repetidos, derivado de un mal calzado, mala adaptación de los tacos de la bota de fútbol o fatiga en el hueso.
Por todo esto, hay más riesgo en personas con actividad física de impacto. Así mismo, en el caso del fútbol, es fundamental saber elegir bien la bota, con el ajuste posicional de los tacos y adaptar el tipo de zapatilla a la superficie del terreno de juego y a las características tácticas y posicionales del deportista. Hablamos de una lesión en el fútbol muy frecuente.
Cuáles son los síntomas
Hablamos de una rotura del metatarsiano cuando los síntomas principales sean dolor en la parte lateral del pie, acompañado de una inflamación o tumefacción y la imposibilidad de seguir con la actividad física que estamos haciendo. A veces puede ir acompañado de un chasquido.
Sin embargo, tenemos que advertir, que ante la sospecha de una fractura debemos acudir al traumatólogo para que haga un diagnóstico porque en muchos casos se puede confundir con el esguince agudo de tobillo. Por este motivo, es bueno hacerse una radiografía para poder estar más seguros.
En los casos de las fracturas de estrés, es normal sentir un dolor crónico en la parte lateral no muy intenso pero que impide hacer deporte. En estos casos, se necesitarán realizar algunas pruebas complementarias como resonancia magnética o tomografía computarizada (TAC).
Tipos de fractura del metatarso
Si hablamos de clasificaciones en las fracturas, los más habitual es hablar de fracturas completas o incompletas, de fracturas de la épifisis proximal o de Jones y fracturas metafisarias o metáfiso-diafisarias. También se dan con frecuencia las pequeñas fisuras, que además son un poco más complejas de diagnosticar pero igual de dolorosas
Tratamiento
Si sospechamos de una fractura en el metatarsiano, lo primero que debemos hacer es acudir los especialistas traumatológicos para un primer diagnóstico y el tratamiento inicial. Posteriormente, se debe hacer un seguimiento sobre la evolución del tratamiento y la lesión.
Tratamiento conservador
Siempre que no haya desplazamiento en la zona o la fractura sea pequeña, se puede optar por un tratamiento conservador. Normalmente suele consistir en la inmovilización de la zona, aunque hoy en día hay mucha controversia con este tratamiento. Los inconvenientes son:
- La inmovilización prolongada puede provocar lesiones secundarias, desde una atrofia muscular o una rigidez articular hasta una algodistrofia.
- La inmovilización no garantiza la consolidación de la fractura.
Es mucho mejor optar por un tiempo reducido de férula y carga parcial progresiva y protegida con bota junto con sesiones de fisioterapia precoz del resto de estructuras no lesionadas. También recomendamos usar unas plantillas rígidas para que el apoyo firme al pie, evitando la movilidad de la fractura en cada pisada.
Tratamiento quirúrgico
En las fracturas de estrés se recomienda un tratamiento quirúrgico, ya que aunque no exista desplazamiento, hay un riesgo mayor de consolidación más tardía. Para esta lesión, la técnica que utilizan es un tornillo maleolar para la síntesís intramedular a compresión del foco de fractura.
Es una técnica bastante compleja, por la forma de doble curvatura del hueso. La dificultad disminuye bastante si se hace una incisión amplia, que deje totalmente al descubierto el foco de fractura. Normalmente, el especialista trata de colocar el tornillo por técnica percutánea, con una microincisión. Mediante esta guía se puede introducir un tornillo perforado, de ánima hueca, que queda enterrado en la primera cortical y produce un efecto compresivo de la fractura y una rigidez extraordinaria que evita nuevas torsiones del hueso.
Lo que debemos hacer en el tratamiento postoperatorio va a variar según el criterio de cada cirujano y de cada paciente. Una actitud conservadora aconseja un período de tres semanas de marcha en semidescarga, esperando hasta la sexta semana para posteriormente empezar con la carrera progresiva. Es posible volver a competir a los dos meses tras la intervención quirúrgica pero es más prudente esperar hasta el tercer mes para evitar riesgos con las temidas recaídas.
Prevención
Para prevenir esta fractura de hueso, lo principal es trabajar los entrenamientos de propiocepción del tobillo que consiste en entrenar la estabilidad intrínseca para fortalecer los ligamentos de la articulación, de manera que esté más preparada para la actividad física.
Otro trabajo que podemos hacer para la prevención, es el uso de ortesis plantares en deportistas con alteraciones del eje. Además, es clave el ajuste del calzado deportivo, sobretodo en la práctica del fútbol, ya que el uso de los tacos causan microimpactos repetitivos que no son nada recomendados.