Aunque se trata de una lesión muy poco frecuente, la pentada de rodilla es sin duda la más grave que se puede sufrir en esta articulación. La gravedad es tal que muchos deportistas han tenido que dejar la práctica deportiva, por no poder recuperar la normalidad. Veamos cómo afecta esta lesión a la rodilla y cómo es la recuperación.
Índice
Qué es la pentada de rodilla
Las lesiones complejas de la rodilla son aquellas donde sufren daños varias estructuras de la articulación, y por tanto, son una mayor amenaza para los deportistas. Se produce cuando se ejerce una fuerza combinada: la rodilla se dobla hacia adentro y una rotación externa, causando una lesión del ligamento colateral medial y del ligamento cruzado anterior y un daño en el menisco.
La más conocida es la triada, que recibe su nombre de las tres estructuras que se rompe: el ligamento cruzado anterior, el ligamento lateral interno y el menisco interno. Es una lesión relativamente frecuente en los deportes con cambios de dirección, y su gravedad se debe al prolongado tiempo de recuperación, el número de estructuras afectadas y la dificultad para poder recuperar el nivel previo a la lesión.
Sin embargo, la lesión más grave es la pentada de rodilla. A las roturas que se sufren en la triada se le une la rotura del ligamento lateral externo y del otro menisco, por lo que se puede decir que la rodilla queda prácticamente destrozada. Esto la convierte en la lesión de rodilla más grave que existe.
Es una lesión muy poco frecuente, ya que la causa de la pentada no suele ser un lance normal, sino que se produce por una caída donde la articulación de la rodilla se ve forzada en varias direcciones.
Estructuras afectadas en la pentada
La rodilla es una de las articulaciones más complejas del cuerpo humano, y en esta lesión se ven afectadas casi todas sus estructuras. A continuación, vamos a ver cuáles son esas estructuras y cuál es su función.
Ligamento cruzado anterior
Se encuentra a nivel de la tibia se inserta en la parte anterior de la espina tibial y termina en el cóndilo tibial medial y la cara medial del cóndilo externo. Su función es muy importante para mantener la estabilidad de la articulación, limitar la rotación interna y la hiperextensión, también al flexionar reduce el desplazamiento hacia adelante de la tibia con respecto a los cóndilos femorales.
Ligamento lateral interno
Se sitúa en el cóndilo lateral del fémur y se inserta en la parte externa de la cabeza fibular, tiene una forma similar a una cuerda. Se divide en una capa profunda y una superficial y no se une a la cápsula o menisco.
Ligamento lateral externo
Es más delgado y tiene la forma de una tira elástica. Se encuentra dentro de la cápsula y está conectado con el menisco medial, es más largo que el colateral lateral.
Menisco interno
El menisco interno tiene menos espesor que es el exterior y se adhiere a la cápsula en toda su longitud. Se encarga de dar estabilidad a la articulación, desplazándose con el movimiento en menor medida gracias a la acción del músculo semimembranoso.
Menisco externo
El menisco externo es una anillo casi cerrado, y se adhiere a la cápsula articular en casi toda su longitud excepto una pequeña zona en la que se encuentra el tendón del músculo poplíeo. Su función es proporcionar movilidad a la rodilla, tirando en la flexión hacia atrás del músculo poplíteo.
Tratamiento
El tratamiento de esta lesión pasa por la intervención quirúrgica. La única manera de regenerar las estructuras dañadas es operar la rodilla. Por fortuna, hoy en día esta operación se hace mediante artrocospia de rodilla, por lo que es mínimamente invasiva y los plazos de recuperación son algo más cortos. Eso sí, debido al gran número de estructuras dañadas, la intervención es larga, pudiendo ser de más de cuatro horas.
Recuperación
La recuperación de esta lesión es larga y tediosa. Lo ideal es inmovilizar la articulación durante el primer mes tras la operación, aunque con una férula articulada para que el paciente tenga un pequeño rango de movimiento. Esto hará que la rehabilitación posterior no sea tan larga y dolorosa.
Una vez superado ese plazo, que puede ser algo más, comienza la rehabilitación con ayuda del fisioterapeuta. Es importante ir poco a poco consolidando la recuperación y no ir demasiado rápido, puesto que corremos el riesgo de sufrir alguna recaída.
A partir de la semana número doce, ya podemos empezar a trabajar la potencia y fuerza de la articulación y pierna, acompañado de la movilidad completa. La vuelta a la normalidad y a competir puede llegar entre nueve meses y hasta un año.
A pesar de los avances médicos en las técnicas quirúrgicas, pueden surgir algunas complicaciones. Las más frecuentes son la desinserciones de los meniscos, derrames articulares, infecciones o la rotura del aloinjerto por forzar demasiado en la recuperación.