Una de las lesiones de rodilla es cuando la articulación reacciona produciendo mayor cantidad de líquido sinovial, que se suele conocer como derrame articular. Este exceso de líquido se suele acumular en la parte posterior de la rodilla, ocasionando el quiste de Baker, una lesión no muy conocida pero que se suele dar con cierta frecuencia en personas de todo tipo de edades. En este artículo vamos a ver todos los detalles sobre esta patología.
Índice
Qué es el quiste de Baker
El quiste de Baker es una acumulación de líquido sinovial que puede provocar una protuberancia en la parte posterior de la rodilla y la sensación de tirantez de la articulación. El dolor aumenta cuando flexionamos la rodilla o cuando estamos realizando alguna actividad física.
El quiste de Baker, también llamado quiste poplíteo, se forma como resultado de un problema en la articulación de la rodilla derivado de otra patología, como artritis o la ruptura de un cartílago. Estos trastornos pueden hacer que en la articulación se vaya acumulando demasiado líquido, que termina creando un quiste de Baker.
Un quiste de Baker a largo plazo no causa ninguna discapacidad, pero puede ser molesto y doloroso. A menudo, los síntomas de este quiste son intermitentes. La mayoría de las personas mejora con el tiempo y en muy pocos casos es necesaria la cirugía.
Causas
El quiste de Baker provoca una hinchazón en la rodilla. La inflamación sucede por el incremento de líquido sinovial en la articulación. Este líquido es el que lubrica la rodilla. Cuando la presión se va acumulando, el líquido oprime la parte posterior de la rodilla.
Algunas de las causas de la producción excesiva de líquido sinovial, y por tanto, de la aparición del Quiste de Baker, va a depender de la edad del paciente. En función de la edad será más frecuente que vaya asociado a una patología u otra.
En los adultos se suele deber a procesos inflamatorios o degenerativos:
En pacientes jóvenes, las causas se relacionan más a traumatismos que provocan otras serie de lesiones:
Por ello, para tratar el quistes es necesario tratar la lesión principal que lo está causando. Una rehabilitación adecuada de la rodilla con la completa recuperación de las estructuras afectadas, pero a la vez preservando la integridad del líquido articular en la zona poplítea para no agravar los síntomas.
Síntomas
No siempre el quiste de Baker tiene que causar dolor, e incluso que no lo sintamos. Los síntomas pueden empeorar tras haber estado activo o estar de pie durante mucho tiempo. Los principales síntomas de esta patología son:
- Hinchazón en la parte posterior de la rodilla, que en ocasiones se puede extender a la pierna
- Dolor de rodilla
- Rigidez e incapacidad de flexionar completamente la rodilla
Diagnóstico
Primero se realizará una exploración física para detectar el mecanismo desencadenante del dolor. Esta exploración debe incluir una valoración de la rodilla para descartar otras posibles causas de dolor como por ejemplo un derrame articular, artritis, esguince, meniscopatía o condropatía.
Si tenemos una sospecha diagnóstica de la presencia de un quiste de Baker deberemos solicitar una prueba de imagen para valorar la parte no ósea de la articulación. Con la realización de una ecografía musculoesquelética o una resonancia magnética podremos confirmar el diagnóstico y descartar otras patologías.
Tratamiento
El quiste de Baker puede desaparecer solo, aunque puede reaparecer de nuevo si no se trata la patología que lo está causando. Es secundario abordarlas para evitar la reaparición del quiste. Por supuesto, la intensidad de los síntomas y la edad del paciente van a marcar el tratamiento a seguir.
Tratamiento conservador
Si los síntomas no son muy fuertes, los especialistas nos decantamos por seguir un tratamiento más conservador y menos invasivo para los pacientes.
- Inmovilizar para mantener en reposo y favorecer la reabsorción del líquido.
- Aplicar de hielo en la zona
- Tomar antiinflamatorio
- Usar una rodillera elástica
Otros tratamientos
En caso de persista el quiste o síntomas severos de dolor se deben valorar otros tratamientos que actúen de manera directa. Existen diferentes técnicas de tratamiento entre las que se pueden incluir:
- Drenaje o aspirara para vaciarlo de forma que disminuya su tamaño
- Infiltración, normalmente se emplea el uso de corticoides con el objetivo de reducir la inflamación local.
- Tratamiento rehabilitador, alternativa terapéutica con finalidad antiálgica
- La cirugía es solo para casos excepcionales, que se haya vuelto excesivamente grande, y suele realizarse en el mismo acto quirúrgico empleado para solucionar otros problemas de rodilla.
Cuando se decide emplear agujas en el tratamiento (drenaje o infiltraicón) se debe tener en cuenta la localización del quiste y las estructuras que lo rodean para realizar un control dirigido con escopia.