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Las lesiones musculares son las patologías más frecuentes en el deportista. La actividad física provoca con bastante frecuencia lesiones musculares, que si bien algunas veces en medicina son consideradas como lesiones menores, para el deportista adquieren gran transcendencia ya que producen su alejamiento de la actividad deportiva.
Clasificamos los tipos de lesiones musculares en:
Consiste, como su nombre indica, en una rotura en mayor o menor grado de las fibras musculares que componen un músculo. La causa principal suele ser un esfuerzo intenso y explosivo sobre un músculo poco preparado, no aguanta la tensión soportada y acaba rompiéndose, aunque también una buena contusión puede provocarla.
Se manifiesta con un dolor punzante e intenso, el llamado signo de pedrada. Aparecerá dolor a la contracción y a la palpación, inflamación y hematoma (no siempre evidente en la piel) e impotencia para continuar con el ejercicio. Las pruebas de imagen, tanto la ecografía más dinámica como la resonancia magnética que nos permite ver el edema muscular producido por la lesión, nos ayudan mucho para poder establecer el pronóstico.
Tratamiento:
Si quieres saber más sobre esta lesión puede leer nuestro artículo sobre la rotura fibrilar.
Consiste en una inflamación de los músculos del pubis (abductores y abdominales) debido a su excesivo o prolongado.
Se manifiesta por un intenso dolor en la zona del abdomen y la zona pública.
Los factores de riesgo que ayudan a la aparición de la pulbagia son el agotamiento deportivo, la práctica de movimientos peligrosos o el sobreentrenamiento.
Puede encontrar más información de esta lesión nuestro artículo sobre la pubalgia.
Se trata de una lesión que afecta a zonas del cuerpo con poco espacio para la dilatación (como la zona tibial de la pierna o el antebrazo) produciendo una compresión en el complejo nervioso, vascular y muscular. Durante el esfuerzo, los tejidos blandos se expanden para suministrar o utilizar los nutrientes y el oxígeno necesario para seguir funcionando.
El problema llega cuando esta dilatación está limitada por la fascia (tejido conjuntivo que recubre las citadas estructuras nerviosa, vascular y muscular). La capacidad de distensión de la fascia es limitada por lo cual, si cualquiera de las estructuras contenidas en la misma se dilata, produce irremisiblemente un aumento de presión intracompartimental. Con el reposo la presión se normaliza y el dolor desaparece.
Los síntomas son: dolor intenso y continuo, pérdida de la sensibilidad, cambios en la coloración de piel y pérdida de fuerza. Es un fenómeno más frecuente de lo que parece. Muchos deportistas acuden a nuestra consulta y la exploración es anodina puesto que se hace en reposo le efectuamos pruebas complementarias (ecografía, resonancia, gammagrafia, radiografias) también son negativas. Es la clínica y el conocimiento de la enfermedad lo que nos lleva al diagnóstico y posterior tratamiento.