No todas las lesiones óseas se producen por una causa traumática o por forzar una postura, en ocasiones la fatiga juego un papel importante y es cuando se produce la fractura por estrés. A continuación veremos las causas, los tipos y el tratamiento a seguir.
Índice
Qué es la fractura por estrés
Una fractura es cuando no hay continuidad en el tejido óseo. La mayoría de los casos se producen por golpes o por traumatismos directos pero las fracturas por estrés son por una reiteración prolongada y repetida de fuerzas o micro traumatismos de bajo impacto.
Lo huesos están compuestos fundamentalmente por colágeno. Este material reacciona a las agresiones externas recomponiendo los daños que sufren. Si los ataques son muy seguidos, los daños superan la capacidad de reponer el colágeno. En esas ocasiones es cuando se produce un desequilibrio entre la destrucción y la reparación, provocando la fractura por estrés.
Causas de esta lesión
La fractura por estrés se puede producir por dos motivos claramente diferenciados en función del origen de la lesión.
Hay dos causas debilidad del hueso o una actividad excesiva
Fracturas por debilidad
La causa es que los huesos presentan deficiencias óseas. Un ejemplo son los pacientes que tienen osteoposoris, lo cual les hace más propensos debido a que sus huesos tienen un pérdida en la densidad. Las mujeres, por las alteraciones de la menstruación y las personas de la tercera edad, también son más vulnerables por el mismo motivo. En los menores también se da asociado a los cartílagos de crecimiento.
Fracturas por fatiga
El segundo motivo es por un abuso continuado de la actividad muscular de manera repetida. El aumento de la actividad muscular provoca que el hueso responda con un proceso de regeneración y aumento, pero hay un periodo transitorio de recarga ósea donde el hueso se debilita y es vulnerable, debido al desequilibrio que se produce entre la resistencia ósea disminuida y el incremento de la fuerza y tono muscular.
Las personas con mayor predisposición a sufrir esta lesión por este motivo son los deportistas y las que tienen una actividad física continua. Entre los deportistas existen una seria de factores que aumenta el riesgo de sufrir la lesión:
- Aumento sin orden de la duración, intensidad o frecuencia de la actividad física.
- Periodo de descanso entre esfuerzos insuficiente.
- No seguir el periodo de adaptación gradual a las cargas tras estar un tiempo sin actividad.
- Cambios en la superficie donde se practica deporte.
- Alteraciones en los gestos técnicos deportivos.
Síntomas de la fractura por estrés
El síntoma principal es un dolor unido con la actividad, y que por tanto, desaparece con el reposo de la zona afectada. Con la actividad continua y la consecuente fractura del hueso, el dolor normalmente se vuelve constante. Los síntomas suelen durar entre dos y tres semanas, aunque si se presentan complicaciones puede llegar a las cinco semanas o incluso más.
La localización de este tipo de lesiones es especialmente difícil, ya que se suele confundir con lesiones musculares comunes (tendinitis, rotura fibrilar, etc). Por tanto, el historial del paciente y la actividad diaria, tanto deportiva como laboral, puede ayudar. Ser capaz de diagnosticar rápidamente es esencial para evitar complicaciones y lograr una vuelta a la rutina lo antes posible.
Cómo se diagnostica
Para un diagnóstico correcto se tiene que hacer una completa exploración biomecánica, buscando posibles desequilibrios musculares, debilidad, rigidez o disimetrías si la lesión se encuentra en miembros bilaterales.
Existen varias pruebas que podemos realizar para saber la lesión que sufrimos:
- Radiología: tiene una eficacia limitada en un diagnóstico temprano, ya que detecta cambios óseos evidentes y con el paso del tiempo.
- Resonancia magnética: es el ideal para hacer un diagnóstico temprano, evidenciando áreas de edema óseo medular, así como partes blandas adyacentes.
- TAC: es el método de más alta especificidad, por la definición de la estructura ósea y resolución espacial.
Tipos de fracturas por estrés
Los deportistas son el principal grupo de riesgo de sufrir este tipo de fracturas. Por el origen y el cómo se producen, las fracturas por estrés nacen dependiendo de la actividad que se desarrolle. De esta forma, podemos realizar una clasificación según el deporte que se juega y las zonas más expuestas:
- Voleibol: tibia, metatarso y cúbito.
- Danza o fútbol: metatarso.
- Maratonianos: tibia, metatarso y pelvis.
- Balonmano: primera costilla.
- Golf: costillas inferiores.
Las fracturas por estrés también se pueden dividir en función a criterios específicos: tiempo de recuperación,zona dañada, posibilidad de complicaciones como la artrosis, retraso en la consolidación o el soldado de fractura en algunos casos. Siguiendo estos criterios los podemos catalogar en dos grupos:
Fracturas de bajo riesgo
Son los casos más leves, con un pronóstico favorable, tratadas con el simple descanso de la actividad. Las zonas más frecuentes son: extremidad superior (clavícula, escápula, húmero, cúbito y radio, escafoides, metacarpianos…), costillas, vértebras lumbares, pelvis, fémur (diáfisis), tibia y peroné (diáfisis), calcáneo.
Fracturas de alto riesgo
Pueden presentar complicaciones en su recuperación como mayor posibilidad de retardo de consolidación o artrosis, especialmente si se tarda demasiado en el diagnóstico. Las zonas de alto riesgo son: fémur (cuello), tibia (maléolo tibial), astrágalo, escafoides tarsiano, metatarsiano (base).
Tratamiento
El tratamiento de una fractura por estrés consiste en parar la actividad deportiva e identificar y corregir los factores que aumentan la predisposición. Después, y en función de cada fractura en particular, tendremos que ver si se inmoviliza o no la zona dañada. El protocolo ante este tipo de lesiones se centra en hacer actividades de bajo o nulo impacto como nadar en una piscina. El trabajo suave en el gimnasio también puede ser muy positivo para la recuperación.
Al mismo tiempo se deben recibir sesiones de fisioterapia hasta que desaparezca el dolor, antes de volver al deporte de manera gradual. En todos los casos, es muy importante respetar los tiempos biológicos hasta que se recupere totalmente para evitar recaídas.
Por último, los antiinflamatorios no esteroideos pueden ser un alivio para el dolor aunque existen serias dudas sobre su utilización para las fracturas por estrés, debido a su posible afectación adversa a la cicatrización. Por tanto, el descanso es lo más importante cuando sufrimos una lesión de este tipo. También está incluido no practicar la actividad que provocó la fractura y otras actividades que generen dolor. El tiempo de descanso que hace falta varía entre las seis y ocho semanas.
Cómo prevenir
Debido a las causas de esta lesión, no hay forma alguna de prevención estandarizada. Un buen calentamiento antes de empezar la actividad física, una dieta donde predominen calcio y minerales, una adaptación de la carga de entrenamientos así como respetar el tiempo de recuperación entre las sesiones, pueden ser consejos útiles para poder prevenir esta lesión.
Como hemos visto se trata de una lesión, donde es muy importante hace una buen diagnóstico y lo más rápido posible para evitar posibles complicaciones posteriores. Por eso recomendamos que se tienen los síntomas acudir al especialista como los que tiene la clínica Martín Gómez Traumatólogos. Si queréis saber más sobre el tema, podéis visitar la página de fisura ósea o fractura de hueso.